Calendario maya: ¿muerte y renacimiento de la humanidad?


El 21 de diciembre de 2012 ha adquirido notoriedad popular porque en dicha fecha acaba el calendario maya y, para los más agoreros, ello es interpretado como el fin del mundo. Es una fecha en la que muchas personas tienen puesta una esperanza de cambios positivos en el mundo y, sin embargo, para otros pueden ser tiempos apocalípticos. Si algo de ello es cierto o no, en su momento se verá. Yo también creo que ocurrirán cambios, pero en las conciencias de las personas. Propugno que se está gestando un segundo Renacimiento humanístico en la historia de la humanidad: la integración simbiótica de las conciencias personales (egoístas e individualistas) en una mayor conciencia colectiva (altruista y solidaria) que priorice el bien común. Los asiduos lectores han podido vislumbrar esta tesis, cómo subyacente en mis pensamientos que, tras años de investigación, verá la luz en breve con la publicación de un artículo científico en una revista internacional que promueve y difunde el estudio de la psicología y psicoterapia transpersonal. Este “renacimiento” colectivo está fundamentado en evidencias socioeconómicas y geopolíticas, según premisas psicológicas y filosóficas, y cuyo artículo será oportunamente comunicado en primicia a los lectores de La Columnata. Pero ahora es conveniente abordar la cuestión de ese “renacimiento” desde la perspectiva de la percepción psicológica que opera en la conciencia individual de cada uno de nosotros.

El capitalismo lleva en sus genes la muerte de los pueblos y la destrucción del planeta. El propio Marx profetizó que el sistema capitalista acabaría destruyendo el valor del trabajo humano, así como los recursos naturales. Sobran evidencias sobre ese asunto, pero me remito tan sólo a una referencia intelectual de incontestable valor: Naomi Klein, la periodista e investigadora de gran influencia en el movimiento antiglobalización. Invito al lector a visualizar en internet su documental La doctrina del ‘shock’, de Mat Whitecross y Michael Winterbottom, elaborado sobre la base del libro con el mismo título de Klein. Las políticas de austeridad implantadas por la Troika en la Unión Europea son una aplicación de la doctrina del ‘shock’, sin lugar a dudas, las mismas que ya vivió el continente sudamericano. El sistema capitalista mata, no hay duda. Siendo la muerte física horrenda en sí misma, sin embargo, hay una muerte lentamente inoculada por el pensamiento único neoliberal de la que pocos son conscientes: la muerte psicológica. Voy a tratar de explicar en qué consiste esa muerte psicológica y dejar entrever la posible salida a modo de renacimiento psicológico para salir de la adversidad.

La psicología social ha evidenciado científicamente cómo los pensamientos, los sentimientos y los comportamientos de las personas son influenciados con facilidad por la presencia de otras personas y medios externos con poder. Lo social y lo humano están estrechamente relacionados, y esto lo saben muy bien los ‘lobbies’ de presión (económicos, mediáticos, bancarios, políticos y militares) al servicio de Los amos del mundo, como bien dicen Vicenç Navarro y Juan Torres López en su libro del mismo título para referirse al poder de la banca y de los grupos económicos que dominan el mundo. La élite capitalista tiene sumo interés en tener el control mental y social sobre las personas y los pueblos y, para ello, no duda en utilizar las más pérfidas artimañas.

El lector con un mínimo de pensamiento crítico puede profundizar y confirmar las cuestiones apenas señaladas anteriormente: el capitalismo mata y, para ello, no duda en utilizar la doctrina del ‘shock’. El sistema capitalista ejerce un férreo control sobre la psicología social de los pueblos y, consecuentemente, domina física y mentalmente a las personas: es una muerte psicológica. ¿Cómo ejercen ese poder en la psique humana?

En su obra Una teoría sobre la motivación humana, Abraham Maslow estableció una teoría psicológica acerca de la jerarquía de las necesidades humanas, más conocida como “la pirámide de Maslow”. Defiende que, conforme las personas satisfacen las necesidades más básicas (parte inferior de la pirámide), los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados (parte superior de la pirámide). Esta jerarquía de necesidades humanas está estructurada en cinco niveles: necesidades básicas (respirar, dormir, tener relaciones sexuales, evitar el dolor, etcétera), necesidades de seguridad y protección (contar con refugio, salud, recursos, protección, etcétera), necesidades sociales (con amistad, inclusión grupal, aceptación social, afecto, amor, etcétera), necesidades de estima (estima alta: respeto a uno mismo, y estima baja: respeto a las demás personas); autorrealización o autoactualización (la necesidad más elevada del ser humano para dar un sentido válido a su vida).


Los apologetas del sistema capitalista, para seguir en el poder y mantener a la humanidad en la esclavitud, ejercen un control sobre las materias primas, los alimentos, los recursos naturales, los sistemas productivos, el sistema financiero, los medios de comunicación, el poder político y el poder armamentístico. Con todo ello, tienen pleno dominio sobre la psicología social de buena parte de la humanidad. Con esas estructuras de poder pueden, consecuentemente, disponer del control físico y mental sobre las personas, pues tienen un absoluto dominio sobre todos los condicionantes necesarios para el crecimiento psicológico personal según la jerarquía de las necesidades humanas propuestas por Maslow. El lector puede deducir cómo se ejerce esa dictadura desde los poderes fácticos:

A los verdaderamente pobres no se les permite pasar del nivel primero en “la pirámide de Maslow”: se mueren de hambre y de inanición. Las tierras africanas solamente sirven para esquilmar sus recursos naturales en beneficio de las empresas transnacionales occidentales.

La sociedad del bienestar, correspondiente al segundo nivel descrito por Maslow, está siendo desmantelada con la excusa de la crisis de deuda artificiosamente creada mediante la especulación financiera. ¡Se dejan caer a los pueblos y la banca siempre gana!

La conciencia colectiva, correlativa al tercer nivel de la jerarquía de necesidades humanas, ha sido desestabilazada, pues los plutócratas han promovido una idealidad de felicidad basada en el culto al ego y el dinero por encima de los valores morales: véase conceptos como “sociedad líquida”, del sociólogo Zygmunt Bauman, “pensamiento débil”, del filósofo italiano Vattimo, o “valor de signo”, de Baudrillard, que contribuye a la “hiperrealidad” en la cultura postmoderna.

Como consecuencia de los puntos anteriores, es mucho menor el número de personas que logran alcanzar el cuarto nivel de estima propuesto por Maslow: cuando se llega a perder el respeto por uno mismo, las personas se ven abocadas incluso al suicidio, una lacra que va en aumento, como evidencié en mi artículo ¿Tiene sentido la vida? ¿Vamos hacia el suicidio colectivo? También se pierde el respeto por los demás, pues surge la xenofobia alentada desde radicales posturas partidistas.

En conclusión, es muy difícil lograr la verdadera felicidad en el sentido de trascendencia psicológica y espiritual propuesta por Maslow en el quinto estadio. “Los amos del mundo” tienen subyugada a la humanidad mediante la pobreza, la guerra, la esclavitud consumista, el ocio, la felicidad exclusivamente material y, con ello, pretenden inhibir todo pensamiento crítico alternativo al denominado pensamiento único neoliberal.

Mediante diversas estrategias de manipulación (véase una de ellas en mi artículo El virus de la desinformación), la élite plutocrática intenta impedir el crecimiento psicológico y espiritual de las personas a través de la jerarquía de las necesidades que sabiamente fueron establecidas por Maslow. Así es como esos “amos del mundo” se aseguran nuestra “muerte psicológica”. ¿Hay salida?

Una salida a este encarcelamiento físico y mental ya fue señalada en mi artículo Amaos los unos a los otros, del cual reproduzco algunas líneas:
“La crisis del sistema capitalista de producción está abocando a los pueblos a una terrible conmoción social encadenada: desempleo, desahucios, pobreza y suicidios, en definitiva, una miseria que arroja las víctimas hacia el nihilismo. Sin embargo, se puede salir del más profundo de los abismos y de la adversidad gracias al apoyo, el afecto y el espíritu amoroso de las personas: es una forma de psicología positiva conocida como «resiliencia», un concepto acuñado por el neurólogo, psiquiatra y etólogo francés Boris Cyrulnik para aludir al renacimiento de las personas tras el sufrimiento y el trauma”.

Es posible salir de la muerte psicológica. Lo más importante es comenzar a recuperar la capacidad autónoma reflexiva para tener un pensamiento crítico. Esta es la intención que subyace en mis artículos: provocar el consciente despertar mediante la reflexión. Cuando esa conciencia cognitiva conecta con la conciencia espiritual hacia la humanidad, experimentamos un renacimiento psicológico pero, eminentemente espiritual, pues el ego individual y egoísta dejará paso al altruismo y la solidaridad, una tesis que ya apunté en mi artículo El racionalismo espiritual. El psicólogo humanista Abraham Maslow acuñó dicho proceso con el concepto “transpersonal”, un indicador de un elevado nivel de conciencia que conduce a las personas por el crecimiento psicológico: es un auténtico renacimiento espiritual para alcanzar la plena y verdadera felicidad. ¡Hay vida después de la muerte psicológica!

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Artículo compartido por su autor Amador Martos