Preparémonos para Grandes Cambios


[...] las contradicciones internas de las religiones, principalmente de la Iglesia Católica, devendrán en una crisis espiritual. Del mismo modo, con el colapso del sistema capitalista se vivirá una crisis social y humanitaria sin precedentes. Ambas crisis, la espiritual y la sociológica, acarrearán grandes cambios en el modo de vivir, pensar y amar en las personas: la crisis psicológica acechará a todo aquel todavía sumido en el mundo de las sombras. Serán tiempos para dejar de mirar el cielo y al exterior; serán tiempos para volver la mirada al interior del ser humano; serán tiempos de una renovada espiritualidad [...]

El filósofo griego Heráclito (535 a. C.-484a. C.) entrevió que el movimiento y el cambio son unas constantes presentes en el mundo. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura de contrarios. Así, la contradicción está en el origen de todas las cosas, y todo ese fluir está regido por una ley que él denomina “logos”. Este ‘logos’, no sólo rige el devenir del mundo, sino que le habla al hombre, aunque la mayoría de las personas “no sabe escuchar ni hablar”. Heráclito se lamenta de que la mayoría de las personas viva relegada a su propio mundo, incapaces de ver el real. Veinticinco siglos después, es conveniente reivindicar la filosofía de Heráclito, pues vivimos en un mundo con cada vez más acelerados cambios: tan solo en el siglo veinte ha habido más desarrollo tecnológico, científico y sociocultural que en dos mil años pasados; pero, paradójicamente, son cada vez más evidentes las contradicciones entre ricos y pobres, libres y esclavos, cognoscentes e ignorantes, manipuladores y manipulados, justicia e injusticia, trabajadores y parados, etcétera, como retos sin resolver todavía por la humanidad. El mundo es un permanente escenario de cambios del que participamos también las personas: desde el mismo momento de nuestro nacimiento hasta la expiración, todo es cambio. Entonces, las preguntas fundamentales en dicha cuestión son: cambio, ¿hacia dónde?, ¿y puede anticiparse una persona a los cambios que están por llegar? Siguiendo el proverbial consejo de Heráclito, escuchemos a ese ‘logos’ que nos habla a través de la historia. Voy a tratar de explicar en este artículo los cambios que está experimentando la humanidad en el contexto de tres importantes paradigmas con sus inherentes contradicciones: el paradigma filosófico, el paradigma sociológico y el paradigma psicológico.

Primeramente, comencemos por el paradigma filosófico. La cultura occidental de este siglo veintiuno es fruto de la filosofía tradicional. Por “filosofía tradicional” entiendo el cuerpo de conocimientos que se iniciaron con la filosofía moderna hasta llegar a la postmodernidad y concluyeron en la filosofía contemporánea. Del mismo modo que la filosofía escolástica supeditó la razón a la fe, el economicismo neoliberal ha sometido la razón al servicio de la fe ciega en los mercados. Así, la filosofía tradicional ha desembocado en el mal denominado pensamiento único neoliberal que ha secuestrado a la racionalidad colectiva expresada en las democracias occidentales, pues, en realidad, vivimos bajo una plutocracia. Como contraposición historicista, ha surgido la reciente filosofía transpersonal, iniciada por Ken Wilber, cuya máxima virtud es la integración de la racionalidad occidental con la espiritualidad oriental, especialmente el budismo. La filosofía transpersonal es una renovada visión y una superación paradigmática de la filosofía tradicional al reincorporar la espiritualidad en la razón humana (véase sobre esta cuestión mi artículo El racionalismo espiritual). Así pues, tenemos las dos contradicciones filosóficas desde un contexto histórico: la filosofía tradicional y la filosofía transpersonal.

En segundo lugar, analicemos el paradigma sociológico. De la filosofía tradicional ha surgido el neoliberalismo como última metamorfosis del sistema capitalista y sus terribles consecuencias (paro, embargos, pobreza, suicidios, etcétera) son la cara amarga de nuestro mundo. Siguiendo la tesis de Heráclito, debería existir una alternativa contraria al depredador sistema capitalista que esclaviza a la humanidad. Dicha alternativa es el movimiento altermundista, un amplio conjunto de movimientos sociales formado por activistas provenientes de distintas corrientes políticas que, a finales del siglo veinte, convergieron en la crítica social al denominado pensamiento único neoliberal y a la globalización capitalista. Por tanto, el neoliberalismo y el altermundismo son los dos movimientos ideológicamente contradictorios en pugna en la actualidad: el primero fomenta la competencia y la individualidad, y el segundo, la solidaridad y la cooperación. Los defensores del economicismo neoliberal son esos “amos del mundo”, banqueros principalmente, que esclavizan a la humanidad mediante el dinero-deuda. En el bando del altermundismo se hallan diversas asociaciones, como ATTAC entre otras muchas, todas ellas convergentes en el Foro Social Mundial que se celebra anualmente desde el año 2001. Como defensores del altermundismo o, dicho de otro modo, como creyentes de que otro mundo es posible, se hallan intelectuales como Vicenç Navarro, Juan Torres López, Alberto Garzón e Ignacio Ramonet, por citar solo algunos ejemplos, y todos ellos proponen alternativas económicas a las políticas neoliberales. También hay que incluir en el movimiento altermundista a todos los medios alternativos de información (Rebelión, Sin Permiso, Le Monde Diplomatique, etcétera), así como a todas las manifestaciones ciudadanas que luchan contra las políticas neoliberales, véase por ejemplo, el 15-M, Democracia Real Ya, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Stop desahucios, Frente Cívico Somos Mayoría, etcétera. Tenemos así conceptualmente definidas las dos posiciones antagónicas desde una perspectiva económica y política: el neoliberalismo y el altermundismo.

¿Y dónde situar a la gran masa amorfa de ciudadanos? ¿Tiene conciencia la ciudadanía del significado del neoliberalismo y su antónimo, el altermundismo?, ¿y cuáles son las directas repercusiones de una u otra ideología en sus vidas? ¿Tienen las personas conciencia de su posicionamiento ideológico? Pienso que no: la gran mayoría de mis congéneres están todavía abducidos por el maléfico encanto del capitalismo. El postmodernismo, manipulado por la élite financiera, ha fragmentado a los individuos hasta hacerles perder la conciencia de clase del “nosotros” (véase el concepto “sociedad líquida” de Bauman o El pensamiento débil, de Vattimo, por ejemplo). Ciertamente, los intelectuales de derechas son ideológicamente conscientes de las posturas neoliberales: tienen conciencia de clase para sí; asimismo, el movimiento altermundista tiene sus propios defensores intelectuales: es una lucha ideológica en toda regla. Ahora bien, el pensamiento dominante, el neoliberalismo, no ha dudado en esclavizar a la humanidad mediante el empoderamiento de todas las estructuras de poder (económicas, políticas, mediáticas y militares). Bajo el yugo del sistema capitalista de producción, la humanidad está controlada social y mentalmente (véase a este respecto mi artículo Calendario Maya: ¿muerte y renacimiento de la humanidad?), pudiendo afirmarse que los de abajo (la mayoría) somos esclavos de los de arriba (la minoría). Bajo tal subterfugio de dominación basado en el miedo, la élite plutocrática tiene el control mental y social de todos nosotros y, consecuentemente, han sometido a los pueblos a una moderna esclavitud bajo el tótem del dinero. Sin embargo, del poder putrefacto ha emanado la nauseabunda corrupción política y consecuente injusticia social, dejando en evidencia las carencias de la democracia. Con dolor y sufrimiento, los ciudadanos están experimentando un consciente despertar de esa inducida anestesia capitalista. Sobre esta cuestión de la corrupción y su percepción desde la conciencia, ruego encarecidamente consultar mi artículo ¿Los corruptos tienen conciencia? En dicho artículo, explico la génesis de la psicología transpersonal y hago una expresa diferenciación entre la conciencia personal (egoísta e individualista) presente en los individuos con baja catadura moral y la conciencia transpersonal (altruista y solidaria) propia de las personas más espirituales. Así, en tercer lugar, tenemos definido el paradigma psicológico con sus inherentes contradicciones: la conciencia personal y la conciencia transpersonal.

Después de este sucinto resumen de los tres paradigmas (filosófico, sociológico, y psicológico), se puede correlacionar la conciencia personal (egoísta e individualista) con el neoliberalismo, fruto de la filosofía tradicional explicada más arriba. Por otro lado, las personas que experimentan la conciencia transpersonal (altruista y solidaria) sienten una vinculación fraternal con todo lo existente que va más allá de las establecidas reglas morales. Dicha conciencia transpersonal se alinea inexorablemente con los presupuestos del altermundismo y con la filosofía transpersonal.

Retomando la filosofía de Heráclito planteada al inicio, el lector puede tener ahora la conciencia cognitiva de las contradicciones bajo las cuales vivimos, pensamos y amamos: la filosofía tradicional y la filosofía transpersonal (paradigma filosófico), el neoliberalismo y el altermundismo (paradigma sociológico), la conciencia personal y la conciencia transpersonal (paradigma psicológico). Tres paradigmas con sus inherentes contradicciones que tienen sumida a la humanidad en el más profundo de los pozos. Soy consciente de la dificultad cognitiva para asimilar los términos planteados y, probablemente, requieren de un pequeño esfuerzo para su estudio y comprensión. Sin embargo, como dijera Einstein, “no hay que considerar el estudio como un deber, sino como una oportunidad para penetrar en el maravilloso mundo del saber”. En este sentido, un pequeño esfuerzo tendrá siempre reconfortantes beneficios, pues conviene recordar la tesis de Heráclito:
...el ‘logos’ rige el devenir del mundo y le habla al hombre, aunque la mayoría de las personas “no sabe escuchar ni hablar”. Así, la reflexión y el pensamiento son una excelente oportunidad para escuchar al ‘logos’, esa voz interior que nos guiará siempre por el camino más correcto.

Con esta renovada visión de la historia, podemos ahora intentar dar respuestas a las preguntas fundamentales planteadas al inicio de este artículo: cambio, ¿hacia dónde?, ¿y puede anticiparse una persona a los cambios que están por llegar? Los grandes cambios ya se están produciendo pero, parafraseando a Hegel, la imaginación corriente capta la identidad, la diferencia y la contradicción, pero no la transición de lo uno a lo otro (expresado de un modo diáfano: ¡no nos enteramos de los cambios!). La dialéctica de Hegel ha influido poderosamente en el advenimiento de una conciencia del progreso histórico, y representa un importante aporte intelectual al planteamiento filosófico de las contradicciones de Heráclito. La filosofía es más importante que nunca para saber de dónde venimos, qué hacemos en el presente y a dónde se dirige la humanidad. Sin embargo, el ministro Wert, en nombre de pensamiento neoliberal, pretende eliminar la filosofía y las humanidades de las escuelas: es una opresión ideológica en toda regla desde la élite para perpetuar su dominio sobre todos nosotros. Afortunadamente, grandes cambios se avecinan, y el miedo está próximo a cambiar de bando. Veamos en qué consisten los grandes cambios que nos depara el futuro.

El primer gran cambio descansará sobre una crisis espiritual. Una vez más, Marx tiene razón al decir que “la religión es el opio del pueblo”. La religión es una forma de alineación porque es una invención humana que consuela al hombre de los sufrimientos de este mundo y, con ello, disminuye la capacidad revolucionaria para transformar la auténtica causa del sufrimiento que hay que situar en la explotación económica de la clase social de los ricos sobre los pobres. Dicha alineación religiosa legitima la opresión ideológica de los poderosos: no hay más que ver cómo la cura eclesiástica ha sido históricamente aliada de los regímenes dictatoriales. Pero es cuestión de tiempo que ese edificio erigido sobre la fe ciega se derrumbe. La inesperada renuncia del papa Benedicto XVI no es una simple casualidad, pues la Iglesia Católica está corrompida por escándalos de todo tipo: abusos sexuales, truculentos manejos financieros y encubrimiento de actividades ilícitas en el mismo corazón de la Santa Sede. Cuando todo ello salga a la luz pública (los medios alternativos ya informan de ello), la fe religiosa caerá en una profunda depresión y una crisis espiritual se instalará sobre todos aquellos que han vivido de espaldas al verdadero ‘logos’. ¿Tiene todo ello alguna relación con las profecías de San Malaquías que anuncian el fin del Vaticano?

El segundo gran cambio es el colapso del sistema capitalista. En primer lugar, nadie duda a estas alturas de la crisis que vivimos en un castillo de naipes a punto de desmoronarse. Hay varios detonantes prestos para la voladura: la burbuja de deuda, la fragilidad del euro, la guerra de divisas, el sistema monetario internacional que requiere volver al patrón oro y la quiebra monetaria de los Estados Unidos (véase sobre todas estas cuestiones mi artículo Algo grande se está cociendo). En segundo lugar, las estructuras piramidales de poder sustentadas sobre los bipartidismos caerán por sus propio peso, como ya pasó en Grecia, y ahora aquí, en España, con el Partido Popular y el Partido Socialista. Ya no valdrán las artimañas desde el poder como la realizada por la pseudoindignada Beatriz Talegón. Nos la han vendido en todos los platós de televisión como “la nueva estrella de la izquierda”, pero no ha colado. La clase obrera, los de abajo, aunque todavía resignados y presos de cierta pasividad, están cada vez más cabreados y ello está dando lugar a la emergencia de un poder horizontal y transversal del pueblo para, en un futuro muy próximo, dotar al Estado de una legítima democracia participativa: es el papel que le toca desempeñar a todos los movimientos ciudadanos rebeldes como el 15-M, Democracia Real Ya, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Stop desahucios, Frente Cívico Somos Mayoría, la izquierda revolucionaria y todos los movimientos prodemocracia que están surgiendo alrededor del mundo. Los nuevos referentes de la izquierda son políticos como Hugo Chávez, quien defiende “la revolución bolivariana”, cuya finalidad es implantar un nuevo socialismo; o como Evo Morales, quien ha nacionalizado la empresa Sabsa, filial de las españolas Abertis-Aena, que gestiona los tres principales aeropuertos del país. A este respecto, el presidente boliviano, Evo Morales, ha declarado: “Si Bolivia no tiene relaciones diplomáticas con España, las tendrá con los movimientos sociales españoles”, en respuesta a la advertencia del Gobierno de Madrid de que, tras la nacionalización de la empresa Sabsa, replanteará los lazos bilaterales con La Paz; y, cómo no, Rafael Correa, quien certeramente ha expresado: “Los pueblos ya no quieren que gobiernen las élites”, tras volver a ganar contundentemente las elecciones presidenciales en Ecuador. En definitiva, grandes convulsiones sociales, económicas y políticas nos depara el futuro, y los verdaderos representantes de los pueblos están llamados a liderar los cambios que se avecinan. Chávez, Morales y Correa están guiando la revolución de los pueblos frente al imperialismo económico liderado por los Estados Unidos. ¿Quién será nuestro líder español?

La crisis espiritual sumada al colapso del sistema capitalista, tendrá una directa incidencia en la desorientación de las personas, pues la masa amorfa de ignorantes en tales cuestiones aquí planteadas no sabrá a quién creer, a quién seguir y qué hacer: cada cual se hallará desnudo ante su propia escala de valores, ante sus creencias espirituales y, sobre todo, ante su propia conciencia. ¡Una desorientación vital jamás vivida!

Cuando todo ello ocurra a nivel masivo, que ya está sucediendo aunque de manera imperceptible para muchos, nos aproximaremos al tercer gran cambio: la crisis de conciencia en las personas. La desorientación propugnada por la crisis espiritual y el colapso del sistema capitalista crearán tal caos social que los valores y las creencias tradicionales se vendrán abajo. Las personas, incapaces de comprender un mundo tan cambiante, se verán obligadas a repensarse a sí mismas, a salir de la ignorancia inducida, a tomar las riendas de sus pensamientos; en suma, a salir de la caverna platónica para interpretar el mundo de un modo inteligible. Pero será una labor difícil, pues nadie nos ha enseñado a pensar por nosotros mismos. Habrá que aprender a recuperar el pensamiento crítico, y aquí es donde el pensamiento humanista y filosófico adquirirá un papel trascendental. Las personas necesitarán escuchar al ‘logos’, esa voz interior que les susurrará que no se puede vivir con un ego fragmentado y desligado de la colectividad, que se necesita experimentar una nueva espiritualidad. Antaño, las personas acudían al confesionario como atenuante para su conciencia. Ahora, los psicólogos son y serán quienes aquietarán a las mentes desorientadas, sobre todo los psicólogos transpersonales, que sabiamente han aunado la espiritualidad con la racionalidad.

La imperiosa necesidad de comprensión ante tantos cambios que desorientan está en el origen del surgimiento de la filosofía aplicada, o asesoramiento filosófico profesional, como disciplina para ayudar a adquirir una conciencia social activa que ayude a disolver los conflictos del día a día. La humanidad está necesitada de reflexión, espiritualidad y una mirada interior. En este sentido, uno de los divulgadores mundiales de este movimiento de asesoramiento filosófico es Lou Marinoff, quien ha cosechado un gran éxito de ventas con las obras Más Platón y menos Prozac, Pregúntale a Platón, El ABC de la felicidad y El poder del Tao. Nunca como en estos tiempos la humanidad está tan necesitada de reflexión y pensamiento, y nunca como ahora la filosofía ha estado tan denostada. La filosofía tradicional está agonizando pero lentamente se abre paso la filosofía y la psicología transpersonal. A este respecto, la pirámide de Maslow adquirirá mayor importancia, pues su conocimiento es de valiosa ayuda en la trascendencia de la conciencia egóica: habrá nacido una nueva espiritualidad sin religiones; habrá nacido una nueva humanidad resurgida de las cenizas del capitalismo; habrá nacido el poder de la conciencia colectiva. El primer renacimiento humanístico de los siglos quince y dieciséis dio origen a la conciencia histórica individual, pero ahora se está gestando el segundo renacimiento humanístico: la integración de dichas conciencias individuales en una mayor conciencia colectiva que priorice el bien común.

Concluyendo, las contradicciones internas de las religiones, principalmente de la Iglesia Católica, devendrán en una crisis espiritual. Del mismo modo, con el colapso del sistema capitalista se vivirá una crisis social y humanitaria sin precedentes. Ambas crisis, la espiritual y la sociológica, acarrearán grandes cambios en el modo de vivir, pensar y amar en las personas: la crisis psicológica acechará a todo aquel todavía sumido en el mundo de las sombras. Serán tiempos para dejar de mirar el cielo y al exterior; serán tiempos para volver la mirada al interior del ser humano; serán tiempos de una renovada espiritualidad, racionalmente en el más puro sentido de la intersubjetividad kantiana, pero espiritualmente en la senda de las grandes filosofías perennes. No tengo la vocación de profeta. Simplemente he seguido el sabio consejo de Heráclito: fluir con el ‘logos’ que rige el devenir del mundo, esa voz interior que todos poseemos pero que pocos saben escuchar.

Compartido y escrito por Amador Martos (Colaborador de Preparémonos para el Cambio)