[...]Es tanta la propaganda mediática que se ha hecho de esto que todo problema es atribuido a lo mismo.[...]Rebatir un dogma que está como una astilla clavada en la psique de la opinión pública es un tanto temerario, más aún si se trata de un tema que, como poco, puede sensibilizar al más ruin de los humanos. Una persona sabia me dijo una vez que si quería observar una mínima parte de la realidad entonces tendría que ponerlo todo bajo el cristal convexo de una lupa. ¿Qué por qué? Muy sencillo. Los hechos me obligan a pensar que cada cosa que sale de los medios de comunicación arrastra tras de si un interés oculto, intencionadamente guardado en el rincón de las conciencias más oscuras. Aunque también es cierto que a menudo ni los propios medios de comunicación son conscientes de la existencia de esos Caballos de Troya, o simplemente están siendo obligados.
Efectivamente, en esta ocasión hablamos del Cambio Climático. Un término que hasta hace tan sólo una década popularmente se decía Calentamiento Global, incluso algunos de esos osados calentólogos aún lo refieren en la actualidad de esta forma. Venían a decir, más o menos, que en apenas unos años nos íbamos a freír en aceite hirviendo. De hecho, según las teorías de algunos de ellos ya estaríamos chamuscados, y las aguas de los océanos se habrían tragado medio mundo. Por suerte, muchos científicos independientes discrepaban con razón de tan drástica variación de temperatura. El tiempo confirmó que no sólo estaban equivocados, sino que el problema no iba por esos derroteros. Fue a partir de entonces cuando todos decidieron nombrarlo como Cambio Climático.
Y es que apenas mires un poco con la lupa de marras te das cuenta que justo detrás de esa palabra está el símbolo del dólar; sí, este era el verdadero propósito, y sigue siéndolo. Entonces comenzaron a inventarse medidas. Entre ellas, la que más les satisfacían era la creación de suculentos gravámenes a países por emisiones de gases contaminantes. Cosa que por otra parte pagaban (y pagan) siempre los mismos. Este impuesto no me parece del todo mal si ese dinero se destinase con conciencia, cosa que por supuesto no se hace. Por ejemplo, para implantar soluciones más limpias, como pueden ser las energías renovables de auto consumo. De hecho, la tecnología existe, y cada vez más depurada. Pero ese gallo es de otro corral, pues aquí tenemos el problema de las eléctricas, que son controladas por directivos que antes estuvieron en el gobierno, y que, por supuesto, no desean perder ese poder, además de los suntuosos beneficios económicos que ello conlleva. Otra buena solución sería invertir parte de esa recaudación en educación, para que nuestros niños, desde sus inicios, comiencen a valorar la naturaleza, y que cuando sean mayores la respeten por encima de todo. Podría escribir otros cientos de medidas, pero no lo haré. Estoy convencido de que tú que me lees se te ocurren otras tantas.
Y es que apenas mires un poco con la lupa de marras te das cuenta que justo detrás de esa palabra está el símbolo del dólar; sí, este era el verdadero propósito, y sigue siéndolo. Entonces comenzaron a inventarse medidas. Entre ellas, la que más les satisfacían era la creación de suculentos gravámenes a países por emisiones de gases contaminantes. Cosa que por otra parte pagaban (y pagan) siempre los mismos. Este impuesto no me parece del todo mal si ese dinero se destinase con conciencia, cosa que por supuesto no se hace. Por ejemplo, para implantar soluciones más limpias, como pueden ser las energías renovables de auto consumo. De hecho, la tecnología existe, y cada vez más depurada. Pero ese gallo es de otro corral, pues aquí tenemos el problema de las eléctricas, que son controladas por directivos que antes estuvieron en el gobierno, y que, por supuesto, no desean perder ese poder, además de los suntuosos beneficios económicos que ello conlleva. Otra buena solución sería invertir parte de esa recaudación en educación, para que nuestros niños, desde sus inicios, comiencen a valorar la naturaleza, y que cuando sean mayores la respeten por encima de todo. Podría escribir otros cientos de medidas, pero no lo haré. Estoy convencido de que tú que me lees se te ocurren otras tantas.
Es por esta razón que a menudo me hago preguntas del tipo de: ¿es realmente el Cambio Climático consecuencia de las acciones del ser humano? ¿O, simplemente es una quimera bien aprovechada para que puedan culpabilizarnos de algo que es inevitable, incluso si no existiéramos como especie?
Es probable que gracias a nuestra inconsciencia estemos alterando su natural transformación, eso es cierto. Sólo hay que mirar cientos de miles de años atrás para darnos cuenta que el Cambio Climático nunca ha dejado de existir en el planeta, y que es mucho más poderoso que cualquier cosa que podamos hacer para evitarlo. Luchar contra el Cambio Climático es como tratar de impedir el desarrollo físico de nuestro propio cuerpo, o, frenar la pubertad de un adolescente. La Tierra en sí misma es un ser vivo, en continua alteración estructural y fisiológica, como tú y como yo, sólo que algunos, tal vez por intereses o por simple desconocimiento, se empeñen en nombrar su evolución de una forma más tremendista.
Tal vez ya sea hora de llamar el problema real por su verdadero nombre: CONTAMINACIÓN MEDIO AMBIENTAL, en el más amplio espectro de la palabra, y de eso sí que nosotros tenemos completa culpa. Sin embargo, el termino Cambio Climático vende mucho más. Es tanta la propaganda mediática que se ha hecho de esto que todo problema es atribuido a lo mismo. Un ejemplo de ello lo vi el otro día en televisión, resulta que abrieron un informativo con una noticia “catastrofista”, cuyas imágenes eran la de un trineo tirado por perros sobre una lámina de agua en proceso de deshielo. Apenas me informé supe que se trataba de un evento natural que se da en el periodo estival de una determinada zona helada del planeta. Otro ejemplo que puedo recordar fue el del derrumbe de un trozo de acantilado, también fue achacado al, como no, Cambio Climático, cuando sólo se trataba de la acción natural de una marea embravecida. Si estás un poco atento puedes comprobar por ti mismo que existen muchos ejemplos similares.
En fin, conscientes o no, parece que se empeñan en mantenernos en la baja frecuencia del miedo y de la culpabilidad, y al menos yo no estoy dispuesto a entrar en ese juego.