EL SECRETO DE TIAMAT: Capítulo 52 - Anunnaki igual a nibiruano



Al final de “El Anillo”

No cabía demorar más la situación de un mundo en donde la presunta normalidad no era más que una simple y maravillosa imagen ilusoria. Eddie creía tener suficiente información y deseaba cuanto antes ponerse manos a la obra.

—¡Vamos entonces! ¿Qué esperamos? —manifestó con determinación y con cierta celeridad mientras se incorporaba—. Cuéntanos de qué manera podemos ayudar. Estamos aquí para eso, ¿no?

Izaicha, haciendo un leve gesto con la palma de su mano, le sugirió que se volviera a sentar:

—Tranquilízate, por favor. Es cierto que os encontráis aquí para eso. Todas estas explicaciones forman parte del plan; el conocimiento que habéis adquirido durante todo el recorrido y la superación de sus dificultades, también. Ahora ya estáis preparados para lo siguiente. Explicaros qué función tendréis que desarrollar en adelante no sirve de nada en estos momentos. Pronto lo sabréis por vosotros mismos.

Los cuatro quedaron expectantes ante las palabras balsámicas de la atractiva Izaicha.

—Tenemos suficiente tiempo para continuar conversando, ¿no es cierto? —dirigió una mirada cómplice a su no menos atractivo compañero.

—Efectivamente. Antes de partir hacia el interior podemos seguir resolviendo vuestras inquietudes —sugirió Towach mirándolos a los ojos.

Peter anhelaba preguntar infinidad de temas y conocimientos que colegas científicos y también filósofos intentaron teorizar en el transcurso de la historia. «Podría estar días enteros resolviendo interrogantes» pensaba entusiasmado. Sin embargo, consideraba que debía escoger las cuestiones más importantes, según él.

—Mi curiosidad como científico me incita a conocer cómo empezó todo en la Tierra.

Aunque Peter miró a Izaicha esperando alguna respuesta, ella dejó que Towach comenzara su explicación. Pues, aunque ella era la experta en términos de historia del universo y también en el estudio antropológico de la raza humana terrestre, en este caso quería hacer partícipe a su compañero para que su presencia dejase de violentar a los extranjeros. La capacidad psicoastral de su raza les permitía percibir cierto rechazo por parte de algunos individuos del grupo.

En su cultura, desde pequeños, comienzan a adquirir conocimientos según los deseos de cada individuo, aprovechando así el máximo de sus capacidades mentales. De manera contraria que los seres humanos desarrollamos nuestras aptitudes según los hemisferios de nuestro cerebro y, por tanto, dividimos el conocimiento en diversas materias, ellos, mediante la habilidad que les caracteriza, pueden adquirir conocimientos totalmente contrapuestos en cuanto a materia se refiere; la constitución de su cerebro así se lo permite.

—Es una historia bastante extensa, pero muy interesante —comenzó Towach pretendiendo transmitir relajación en sus movimientos mientras agarraba una ramita para, imaginariamente, dibujar sobre la hierba dos circunferencias—. Os explicaré con gusto... Hace muchos millones de años Tiamat sufrió el terrible impacto de un cuerpo celeste de similar tamaño, acontecimiento que hizo que en nuestro planeta se fusionaran ciertos aspectos de la vida de los que ahora podemos estar agradecidos. A lo largo de muchísimo tiempo, esa fortuita confrontación dio lugar al nacimiento de lo que hoy conocemos como la naturaleza en todo su esplendor. Las pequeñas conciencias que se desarrollaron en los animales y en las plantas formaron una conciencia colectiva; es decir, una sola alma, la propia del planeta que fue evolucionando a lo largo de toda su existencia.

»Con el paso del tiempo, el mundo animal fue mejorando su instinto gracias a la memoria celular. Su ADN desarrolló una especie de inteligencia natural de supervivencia, conocimiento que fue partícipe de la aparición y posterior evolución de los primeros reptiles. Fue bastantes miles de años más tarde cuando, del mismo modo, llegaron los primeros pequeños mamíferos, éstos, a su vez, también fueron ramificándose, siendo los más evolucionados los primeros homínidos aparecidos en el planeta. Nosotros, como raza reptiliana, ya por aquel entonces, comenzamos a formar sociedades y a vivir en las cuevas. Aprendimos tecnología para la creación de herramientas, cazábamos y empezamos a cultivar la tierra. Los homínidos tardarían un poco más en desarrollar semejante aprendizaje.

—Pero… el anciano Ciak —dudaba Eddie—, comentó que fuimos creados por una raza extraterrestre llamada Anunnaki.

—En parte es cierto, aunque —expresó esta vez Izaicha— debemos precisar algo muy importante: creación no es un verbo que debamos emplear en este caso. Lo correcto sería modificación. En verdad, lo que fue llevado a cabo es exactamente una modificación genética. Conocemos vuestro encuentro con nuestro hermano el venerable anciano Ciak y toda la información que os pudo transmitir. Debido a la aproximación de los Dracontes se vio obligado a no extenderse demasiado en las explicaciones.

—Ciertamente —prosiguió Towach— la puntualización de mi compañera es algo que puede trascender a la hora de valorar vuestros comienzos como civilización. Da igual como los nombremos, para nosotros son los nibiruanos de Nibiru, según vuestra cultura sumeria los Anunnaki; el hecho es que era una raza maestra genetista, y que mediante la Confederación Galáctica llegaron a Tiamat para realizar el Proyecto que les fue encomendado. Por aquel entonces, nosotros como raza reptiliana autóctona del planeta ya nos encontrábamos lo suficientemente avanzados. Pero Tiamat era un planeta muy codiciado por varias razas extranjeras. A raíz de las muchas hostilidades y conflictos que se generaban sobre la superficie, además de los accidentes naturales externos que en aquella era se sucedían con bastante violencia, terminaron provocando que nuestra raza emigrara hacia el interior del planeta, donde la vida era mucho más segura y placentera. Gracias a esto, nuestra evolución fue continuada y nunca se vio interrumpida durante el transcurso que llevamos de larga existencia.

—En este punto —detalló Izaicha— es digno señalar que fuimos apoyados por los hermanos aghartianos, de aspecto humano muy similar a vosotros, pero de una dimensión más elevada. Nos acogieron amablemente, como si fuéramos de su propia familia. Además, nos transmitieron sus conocimientos espirituales que fueron imprescindibles para nuestro desarrollo. Sin embargo, en todo momento respetaron nuestro libre albedrío.

—Como decía —continuaba con la explicación Towach—, la raza victoriosa de aquellos conflictos, los draconianos apoyados por sus poderosísimos aliados los seres de Orión, comenzaron a extender sus asentamientos por toda la superficie del planeta. Momento crucial de la historia en que Nibiru arribó con su Proyecto; decir a favor de ellos que hubo muchísimos intentos pacíficos de negociaciones para retirar los asentamientos draconianos y con ello su presencia del planeta; sin embargo, las respuestas por parte de los dracos fueron siempre negativas, incluso muchas de ellas con cruel violencia. Aquello originó que las relaciones, aunque nunca fueron buenas, se truncaran para siempre entre ambas civilizaciones. De hecho, a lo largo de la historia han sido siempre razas enemigas en potencia.

»No sin la intervención de la fuerza y con graves daños de ambas facciones, sobre todo por parte de los asentamientos draconianos, por fin Nibiru pudo realizar su Proyecto Genético sobre Tiamat. Sin embargo, pasaría mucho tiempo antes de conseguir los resultados deseados.

—Entonces… los… los… nibiruanos… son nuestros… —el asombro no dejaba a Peter concluir la frase.

Eddie y el resto se miraban con el mismo desconcierto.

—Es afirmativo, por muy sorprendente que os parezca —interrumpió Izaicha haciéndole un favor a Peter—. No atormentéis más vuestras mentes y aceptadlo como algo natural. Después de todo, vosotros formáis parte de ello y la humanidad debe saber el origen de su naturaleza.

Las estructuras mentales forjadas sobre unos cimientos que hasta esos momentos parecían sólidos y en los que ellos también se apoyaban con total seguridad, se empezaron a tambalear hasta desplomarse por completo. Ahora debían limpiar de escombros todo el solar y comenzar de nuevo sobre una nueva base que se llamaba realidad. Para ello iban a necesitar algún tiempo antes de poder asimilar toda esa desconcertante, aunque estimulante información. No obstante, pronto se habituarían a la verdad; el Dios con el que ellos estaban familiarizado no era tal y como se lo habían contado. Al fin y al cabo, ninguno de los cuatro era demasiado religioso.

Izaicha, con el fin de que pudieran digerir todo el conocimiento, y antes de continuar hablando, se abandonó en una especie de meditación durante unos instantes. Towach hizo exactamente lo mismo.

—Debéis saber que muchos de los nibiruanos amaron el planeta y a los seres humanos —Izaicha dirigió la mirada hacia el suelo como evocando algún recuerdo—, y siempre han intentado protegeros del mal.

Peter, después de apuntarlo todo en su libreta, se quitó tembloroso las gafas, las limpió con sumo cuidado, se secó la frente de sudor, y no precisamente por la temperatura que hacía, volvió a ponérselas y, después de mirar a sus compañeros, preguntó directamente a Izaicha:

—El mal que mencionas, ¿es el que controla a la humanidad?

—En aquellos momentos de la historia hubo otras razas menores que intentaron apoderarse de vosotros, pero ellos, los nibiruanos (o Anunnaki) lograron repelerlos. Durante un tiempo fueron vuestros tutores. No obstante, los draconianos aún tenían con ellos una cuenta pendiente que nunca fue olvidada. Mucho después, casi en la actualidad, en los años cuarenta, volvieron a la carga; mas con un poderoso condicionante impuesto por la Confederación Galáctica, a la que por cierto ahora ellos también pertenecen: «la humanidad de la esfera terrestre ya no puede ser sometida físicamente».

—Pero, ¿cuáles son las pretensiones de la raza draconiana con respecto a la humana? —cuestionó Eddie.

—En primer lugar, satisfacer los deseos de venganza de su sangrienta derrota con los nibiruanos y así recuperar el honor como raza potencialmente respetada en el universo; y, en segundo lugar, compensar las pérdidas sufridas debido a la ofensiva enemiga manipulando su “creación”, la raza humana de la Tierra, haciéndola participe inconscientemente de sus propios intereses.

—¿Intereses? —preguntó contrariado Marvin—. ¿Qué puede atraerles de una raza mucho menos evolucionada? ¡Para ellos somos como unas insignificantes hormigas!

—En una raza tan prolífera como la vuestra hay mucho en juego —aseveró Izaicha con la mirada puesta en el horizonte—. Para las civilizaciones de baja frecuencia vibracional sois altamente apetecibles; se trata de la esclavitud de la mente. En definitiva, lo que les atrae es la energía negativa que emitís continuamente. Sois como los generadores eléctricos que utilizan vuestras industrias, sólo que ésta energía ellos la consumen, la necesitan para sobrevivir; de hecho explotan este tipo de planetas con vida menos evolucionada para su propia subsistencia. Se afanan continuamente en seducir a las almas con el propósito de bajarlas de vibración; necesitan convertirlas a su causa. De esta manera es como consiguen expandir su presencia por todo el universo. Este es el origen de la continua lucha entre el bien y el mal que se relata en las sagradas escrituras de muchas de vuestras culturas. Os puede parecer paradójico, pero es precisamente la fricción que necesita la creación para que todo siga en permanente movimiento.

—Entonces, entiendo que… —interpuso Peter mientras desaforadamente apuntaba con su lápiz todo cuanto podía— la evolución es posible gracias a la diversificación de la Fuente en forma de frecuencias vibracionales.

—Lo has expuesto magníficamente —asintió Izaicha con un leve gesto de asombro. Peter le había demostrado cierta madurez de entendimiento.

Mientras se mantuvo la fascinante conversación aún durante un buen rato, el sol interno, asomado justo por encima de las lejanas y mansas colinas, permanecía perpetuo en la misma posición, ofreciendo generosamente una suave y cálida luz, como si de un eterno amanecer se tratase. Entretanto, por la garganta de la apertura polar, la actividad aérea proseguía incesante en sus misteriosas labores.

FIN de la PARTE TERCERA (Zona Oscura)

-----------------------
Antes de seguir disfrutando de la lectura en línea de forma totalmente libre y gratuita debes recordar que:
Gracias en nombre del autor.
-----------------------



◅ ◇◇◇◇ ▻
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

Preparémonos para el Cambio se reserva el derecho de exclusividad. Animamos a todo el mundo a que el libro aquí expuesto sea compartido en cualquier red social, blog o página web haciendo uso de los enlaces.

© Jorge Ramos, 2019