Hola, Maia, Antonio, Jorge. No nos conocemos físicamente y no creo que sea trascendente. Un día decidimos, cada uno por nuestra cuenta y riesgo, salir del rebaño; quizás no tuviéramos ni idea de qué hacer ni hacia dónde dirigir nuestros pasos, solamente sabíamos que no éramos felices y que a nuestro alrededor tampoco brillaba la felicidad. Nos habían pintado cielos que no nos acabábamos de creer, llenos de dogmas, normas... muros y más muros. Todo parecía estar ya calculado y sólo nos quedaba hacer nuestro papel en una obra que no era la nuestra.
Y nos decidimos a escribir nuestra propia historia en un libro cuyas hojas estaban en blanco. Hoy hay unas pocas hojas escritas, nos ha costado, pero sabemos que surgen de nuestro ser más profundo y auténtico. No nos mueve, y me atrevo a hablar por vosotros, ninguna ambición ni vanidad, sólo el deseo de compartir tanto nuestras experiencias como el ofrecer la de otros tantos que también escriben su propia obra. No formamos, ni lo pretendemos, ningún tipo de organización, sí sentimos que formamos parte de un organismo muy vivo al que cada uno posiblemente le demos un nombre diferente, lo que no tiene ninguna importancia. Cada uno tenemos nuestra propia visión de cómo compartir. Aprendemos sobre la marcha, pues no hay esquemas prefijados, erramos y rectificamos. No pretendemos que nadie nos crea, más bien queremos que cada uno busque las respuestas en su interior, son éstas las que tienen verdadero valor.
Vivimos tiempos difíciles -todos en los que se nos plantean varias opciones a elegir lo son- y debemos unir nuestras fuerzas, cada uno desde donde vive, aportando nuestra energía del modo que creamos conveniente por traer a este mundo real el mejor de nuestros sueños: un mundo de armonía y paz. Sabemos, sé, que los pasos que damos en este sentido se encuentran con obstáculos, mas ninguno es insalvable. Nos hablan, escuchamos, leemos, que vienen catástrofes. No hay mayor catástrofe que ser ciego y sordo al ofrecimiento de apertura de consciencia que la Vida nos ofrece, hoy y ahora. Si nos unimos, el paso sólo será como una dulce brisa que sintamos recorrer nuestros cuerpos.
Estáis, Edu, Freeman, Luis linaza, Marko*92, Isaias José, Marcos Esteban, Andrés, Gabriel, Rocio, Pattyuchis, Sergy, Rodrigo Gómez, Metatierra, Alejandro… y demás lectores, junto con nosotros y demás colaboradores, todos invitados. Tomad, tomemos todos nuestras hojas en blanco y escribamos.
Y nos decidimos a escribir nuestra propia historia en un libro cuyas hojas estaban en blanco. Hoy hay unas pocas hojas escritas, nos ha costado, pero sabemos que surgen de nuestro ser más profundo y auténtico. No nos mueve, y me atrevo a hablar por vosotros, ninguna ambición ni vanidad, sólo el deseo de compartir tanto nuestras experiencias como el ofrecer la de otros tantos que también escriben su propia obra. No formamos, ni lo pretendemos, ningún tipo de organización, sí sentimos que formamos parte de un organismo muy vivo al que cada uno posiblemente le demos un nombre diferente, lo que no tiene ninguna importancia. Cada uno tenemos nuestra propia visión de cómo compartir. Aprendemos sobre la marcha, pues no hay esquemas prefijados, erramos y rectificamos. No pretendemos que nadie nos crea, más bien queremos que cada uno busque las respuestas en su interior, son éstas las que tienen verdadero valor.
Vivimos tiempos difíciles -todos en los que se nos plantean varias opciones a elegir lo son- y debemos unir nuestras fuerzas, cada uno desde donde vive, aportando nuestra energía del modo que creamos conveniente por traer a este mundo real el mejor de nuestros sueños: un mundo de armonía y paz. Sabemos, sé, que los pasos que damos en este sentido se encuentran con obstáculos, mas ninguno es insalvable. Nos hablan, escuchamos, leemos, que vienen catástrofes. No hay mayor catástrofe que ser ciego y sordo al ofrecimiento de apertura de consciencia que la Vida nos ofrece, hoy y ahora. Si nos unimos, el paso sólo será como una dulce brisa que sintamos recorrer nuestros cuerpos.
Es todo cuanto pretendemos, que el viento del Espíritu que somos nos eleve a toda la humanidad y demás seres sintientes junto con la Madre Tierra que nos acoge a una realidad más acorde con nuestra apertura de corazón.
Estáis, Edu, Freeman, Luis linaza, Marko*92, Isaias José, Marcos Esteban, Andrés, Gabriel, Rocio, Pattyuchis, Sergy, Rodrigo Gómez, Metatierra, Alejandro… y demás lectores, junto con nosotros y demás colaboradores, todos invitados. Tomad, tomemos todos nuestras hojas en blanco y escribamos.
Estas palabras en principio sólo pretendían mostrar mi agradecimiento a Maia, Antonio y Jorge en un comentario y acaban siendo una invitación y un agradecimiento a todos.
Gracias.
Un fuerte abrazo de vuestro hermano del alma.