El Bosque Encantado


Al salir del pueblo, caminando vi un sendero que lleva al interior de un frondoso bosque.
La verdad es que nadie quiere hablar de él, ni los ancianos del lugar y ni tan siquiera los jóvenes. Tan sólo una mujer se atrevió a contarme una leyenda de lo que allí en un tiempo lejano pasó:
«Una niña muy curiosa al linde del bosque se acercó, se le hizo tarde y en medio de la oscuridad de la noche se perdió.

Lloraba desconsolada cuando… una piedra conmovida le habló: "No te preocupes, yo te cuidaré. Tómame y llévame en tu bolsillo, mi dureza te cuidará". Con ella se introdujo dentro del bosque. Según andaba, sentía que sus huesos crecían y se hacían más fuertes. Apenas vislumbraba un sendero por el que, aun dudando, avanzó.
Unos minutos más tarde…

¡Hola!,-le dijo una flor. ¡Siente mi perfume y llévame en tu interior! Así lo hizo y continuó andando.
Un pequeño ratoncito se le acercó. ¡Llévame contigo! –Le gritó. Ella se agachó acercando sus manos a un desvencijado tronco sobre el que él se posó. ¡Ven conmigo, haremos el camino juntos!

Tras un largo rato de caminar se preguntó: ¿por qué no hay más niños?

De pronto, notó el latido de su corazón. Según pasaban los segundos palpitaba con mayor intensidad. Una sensación muy extraña que surgió en sus pies, que no identificó con nada conocido, fue subiendo hasta su pecho. Sintió miedo; llenaba su interior.
¿Qué me está pasando? -Se preguntó.
Frente a ella, una lucecita surgió de la nada.

Me has llamado y aquí estoy.
La niña, muy sorprendida, siguió escuchando.
Cogiste la piedra, también la flor, viajas con pequeño ratón. Ahora si quieres llévame en tu corazón.

¿Quién eres?

Soy tu creador. Desde antes del principio de los tiempos, habito en ti. Siempre estoy contigo. Hoy te saqué de tu hogar trayéndote a este bosque. Dejándote en soledad para que descubrieras quién eres… una piedra, una flor, un ratón. Eslabones de una cadena sin principio ni fin; con un sólo sentido: jugar.

Se quedó un instante en silencio. Ya sabes quién eres –continuó. Ahora sal del bosque, señalándole una salida. ¡Busca a otras niñas y niños y divertiros!
Si te preguntan de dónde vienes, diles que miren en su interior, ahí estoy yo.

La niña muy contenta emprendió el camino de regreso. Cuando al pueblo llegó no la reconocieron y algo peor, tuvieron miedo... pues hacía cien años que desapareció.»

Sigo sin comprender por qué nadie quiere hablar del bosque.

Ángel Khulman