Daniel Gallucci – Experiencias (4ª Parte)




En 1996, a los 16 años de edad, tuve una parálisis facial, producida por un virus. Lo curioso fue que nos enteramos que era un virus cuando por un comentario de un conocido, después de visitar a varios médicos. Luego de ir a unos neurólogos, me hicieron una resonancia magnética donde se veía perfectamente la glándula pineal. El médico examinó los resultados del estudio, le dijo a mis padres que había un problema debido a que a esa edad la glándula pineal debería estar totalmente calcificada, y que eso podía ser la causa de la parálisis facial. La solución era extraerla. Afortunadamente mis padres se negaron y recién después de eso fue que nos enteramos que era producto de un virus.

La rehabilitación consistió puramente de masoterapia y ejercicios faciales. Durante las sesiones de masoterapia, yo aprovechaba y salía astralmente para enviar energía a La Tierra. Una de las veces, al salir del cuerpo, al lado del terapeuta, estaba mi guía. En ese momento ya no tenía como guía al ser azul que me llevó al planeta azul por primera vez y me ayudó tanto en esa época, sino que estaba este ser de aspecto humano. En ese momento no me dijo que era mi guía (ni lo reconocí), pero en otra ocasión lo pude reconocer perfectamente como mi guía.

Contrariamente a lo que cree mucha gente, una persona no tiene el mismo guía durante toda la vida, sino que dependiendo de la evolución de la persona, el guía va cambiando, adecuándose a las necesidades de la persona. Por ejemplo, actualmente estoy con el mismo guía que acabo de describir y uno más, también de aspecto humano. Aunque los guías van cambiando, cada persona conoce perfectamente a todos los que son sus guías o los que pueden llegar a serlo, dependiendo de las elecciones que realice la persona, y las necesidades que esta tenga, producto de dichas elecciones. En otras palabras, todos nuestros guías y potenciales guías son nuestros maestros y amigos antes durante y después de ser guía nuestro.

Volviendo al momento en que salí astralmente y me encontré a mi guía esperándome, él me dijo que era hora de que conozca los distintos niveles del bajo astral. Me dijo que no temiera ya que él iba a estar protegiéndome y no me podía pasar nada, porque lo que me iba a mostrar estaba todo controlado.

Nos dirigimos a un lugar donde había un pozo cilíndrico de unos 20m de diámetro. Me tomó de la mano y comenzamos a bajar por el centro del pozo. A medida que descendíamos empezaba a estar todo más oscuro, pero igualmente se veía sin inconvenientes (astralmente, no existe la limitación de necesitar luz para poder ver). Esa oscuridad claramente significaba ausencia de luz, pero “luz” como energía de alta vibración. A unos 50 metros de la superficie, empezaron a aparecer unas cuevas en las paredes del pozo, y dentro de algunas había seres del bajo astral. Había seres de todas las formas, pero por lo general eran como una mezcla de animal y hombre. A medida que bajábamos, los seres eran cada vez más atemorizantes y bravos. Parecían estar enojados, rabiosos.

Aún más abajo, donde estaba completamente oscuro, las cuevas tenían rejas, y los seres eran terriblemente más atemorizantes y rabiosos. Algunos parecían arrojar fuego y hasta había algunos cubiertos de fuego.

En ese momento, mi guía me dijo que tal como se veían, ellos se sentían del mismo modo, atemorizados, rabiosos, sufriendo, etc. El poco miedo que tenía (si bien estaba totalmente seguro con mi guía, igualmente tenía miedo), se transformó en lástima y deseo de hacer algo para que se sientan mejor.

Seguimos bajando un poco más, y después salimos del pozo y volvimos a la luz que tanto extrañaba.

Hasta ahora no fui nuevamente al pozo, aunque en varias oportunidades, vi algunos seres con aspectos similares.

Después del viaje al pozo, continué saliendo y enviando luz a La Tierra como siempre.