¿Emergencia Climática? ¿O, móvil perfecto para el próximo hito?


Hubo un tiempo en que mi estado anímico estaba bajo mínimos. Digamos que me costaba encontrar ese equilibrio que todos buscamos para estar aceptablemente bien con nosotros mismos.

Un buen día decidí acercarme a la naturaleza. Ella siempre intenta ofrecernos su mejor versión. Nos dá una vibración que nos armoniza y que acaba por mejorar nuestro estado anímico. En fin, que decidí alejarme de la ciudad todo lo que pude. Lejos del mundanal ruido. Llegué hasta la sierra. Recuerdo que era un lugar precioso repleto de encinas, donde se podía disfrutar de una tranquilidad absoluta. Sin embargo, un cercado bien pertrechado con alambres de espino me impedía el acceso. Soy algo rebelde, lo reconozco. Y no tardé en ingeniar la forma de saltarla sin romperme la crisma, o dejar un trozo de mi piel enganchada en aquel estúpido alambre.

De modo que, una vez franqueado el obstáculo, me alejé de la valla y caminé hacia el interior. Crucé un pequeño regato, y justo allí vi un viejo árbol. Subí sobre sus gruesas ramas hasta alcanzar un sitio estupendo donde el sol y la sombra se entrelazaban a partes iguales. Me acomodé, y disfruté del paisaje como nunca antes. Incluso medité durante un rato.

De repente, oí cómo lentamente se aproximaba un rebaño de ovejas. No vi a ningún pastor, por lo que di por hecho de que el dueño del cortijo las dejaba un tiempo en semilibertad para que pastaran por toda la finca. Muy despacio comenzaron a pasar a la altura de mi querido árbol, al tiempo que comían los brotes verdes de hierba. Había un cordero blanco, más joven que los demás, que jugueteaba por la zona. Las demás ovejas, todas pendiente de él, rumiaban lo que conseguían arrancar del suelo. A medida que éste se alejaba, el resto de rebaño le seguía. Era como si el joven cordero les marcase el ritmo y también el itinerario. El dueño del cortijo debía estar muy contento con él, porque le hacía muy bien el trabajo.

Sin embargo, no solo esto me llamó la atención. Había una oveja que parecía diferente a todas las demás. De carácter algo distante e inconformista. Con su mirada levantada no dejó de observarme durante todo el rato. Apenas arrancaba otro trozo de hierba alzaba la vista de nuevo hacia mi posición. Era como si únicamente ella se diera cuenta de mi presencia. Todas las demás estaban pendiente de alimentarse y distraídas con el ajetreo del cordero.

En fin, esto podría parecer un cuento pero no lo es. Esta experiencia viene acorde a lo que creo está pasando con el tema del tan cacareado Cambio Climático.

Como sabéis, hace unos días fue decretada la Emergencia Climática. ¿De verdad es para tanto? Sinceramente, creo que no. Os lo dice una persona que ama la naturaleza como nadie, que hace unos años defendía este movimiento del cambio climático. Pero es lo que tiene levantar la cabeza, que al igual que nuestra misteriosa oveja me di cuenta de otra realidad.

Mis palabras en absoluto tienen porqué serviros, ni yo lo pretendo tampoco. Sin embargo, levantar la cabeza de vez en cuando puede ser un ejercicio bastante saludable. Os invito a indagar, curiosear, investigar por vosotros mismos. Este hábito no sólo es válido para esto, sino que es extrapolable para cualquier otro asunto de la vida. Dejad al joven cordero que juegue, que salte, que se divierta, que haga su propio camino..., está en la edad. Y luego, si aún queréis seguirlo, hacedlo, pero convencidos de ello después de que hayáis levantado esa mirada curiosa, que hace que la consciencia del individuo sea crítica con la otra realidad que le rodea.

Es lamentable comprobar cómo todo un país y más de medio mundo ha estado pendiente de la llegada de una cría a la costa de Lisboa en catamarán (tod@s sabéis a quién me refiero), para participar en la Cumbre Climática de Madrid. Y cómo todos los medios de comunicación se codeaban para dar cobertura a la noticia.

CLIMAGRETA, la nueva religión que nos espera

El cambio climático será la nueva religión. Extraer esa espina clavada en el mismísimo interior de la psique humana va a costar mucho esfuerzo, si es que eso es posible. Han sido enormes los recursos que han invertido en ingeniería social para que la farsa prosperase. Pronto la convertirán en una nueva asignatura que nuestros hijos tendrán que estudiar, y los profesores evaluar.

Ahora todo el mundo usa expresiones del tipo: “lucha contra el cambio climático”, o, incluso algunos todavía utilizan la expresión “calentamiento global”. Luchar contra el cambio climático es como querer luchar contra la pubertad de un adolescente, o la metamorfosis de una oruga. El cambio climático forma parte de los ciclos naturales de un organismo vivo como lo es la Tierra. Su clima ha cambiado infinidad de veces a lo largo de su historia. Procesos naturales tales como la actividad solar, movimiento de la placas tectónicas, volcanes, asteroides, o incluso la posición orbital del planeta, por nombrar solo algunos, provocan directamente estos cambios.

Sin embargo, el verdadero problema es otro, al que no se le muestra la misma atención. Muy pocos son los que hablan del profundo daño en los ecosistemas, de la protección de la biodiversidad, de las estelas químicas de los aviones, del impacto medioambiental, de los vertidos incontrolados en ríos y océanos, de las sustancias químicas utilizadas en los cultivos (pesticidas, herbicidas, plaguicidas…). Sí, esta es la lucha la cual yo defiendo, cualquier contaminación, en todas su formas, provocadas por el ser humano, que desestabilice la armonía de nuestro planeta.

El mejor caldo se hace a fuego lento

A este circo mediático y todo lo que le rodea aún le queda mucha pandereta por tocar. No en vano han conseguido dirigir la atención hacia donde ellos deseaban, utilizando una buena y bien entramada estrategia de manipulación: “Crea el problema y después ofrece la solución que más te interesa”. Este método es también llamado “problema-reacción-solución”. Se plantea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el demandante de las medidas que se desea adoptar.

Preparan el escenario hasta que esté a punto de caramelo, con el claro propósito de implantar un nuevo impuesto revolucionario, que todos adoptaremos sin rechistar, en pos de, cómo no, “salvar el planeta”. El planeta no necesita nuestro dinero, ni ser salvado por nadie. El planeta lo único que quiere es que lo respetemos y lo dejemos en paz.

Ya hablan de cifras económicas estratosféricas para la “lucha contra el cambio climático”. Adivinad quiénes van a poner ese dinero. Pronto comenzaremos a pagar hasta por enviar emails, con el absurdo pretexto del aumento del CO2.

Resulta que más pronto que tarde comenzarán a aparecer varias alternativas a los combustibles fósiles, muchas limpias con el medio ambiente. Que nos ofrecerán energía abundante y muy barata, y yo diría que algunas casi gratuitas. Igualmente, y en paralelo, están apareciendo nuevas tecnologías relacionadas con el almacenaje de esa energía, acumuladores eléctricos y baterías cuánticas casi inagotables, tanto a modo industrial como a nivel de usuario. La élite esto ya lo sabe con bastante antelación. En su ya conocida y secreta agenda lo tienen bien marcado. Ellos saben que ante este panorama les resultará difícil sacar tajada. ¿Y qué han pesado? Muy sencillo. Se presupone que cuando esto ocurra, la factura de la luz dejará de existir (al menos en la forma y cantidad), afortunadamente para todos nosotros y también para la industria.

Los dueños del circo no han hecho más que anteponerse a este obstáculo en su camino. Han creado un problema inexistente lo suficientemente sensible para que cale hondo en la opinión pública. ¿Por y para qué? Muy fácil, para implantar un nuevo impuesto que todos aceptaremos por “salvar el planeta”; es decir, la cantidad que dejemos de pagar en la factura de la luz, gracias a las nuevas alternativas energéticas, será suplantada por ese nuevo gravamen, que todos sacaremos gustosos de nuestros bolsillos. Entonces ellos habrán conseguido lo que querían. Y es que jugar con el sentimiento humano es tan fácil como hacer callar a un crío con un caramelo. Este es el panorama que nos espera. Como dije antes, extraer este grano tan interiorizado va resultar muy, muy difícil.

El CO2 ha existido siempre, y demos gracias a ello

Pero seamos optimistas, porque más de 500 científicos independientes y honestos han emitido un comunicado contra este alarmismo climático:

«Sus excelencias, no existe el cambio climático» así es como comienza la carta.

Firmada por científicos y profesionales de más de 20 países, en los que se encuentran químicos, zoologos, físicos, ecólogos, geólogos y astrónomos, invita directamente a la ONU a un debate de alto nivel, abierto y lo antes posible en 2020. En dicho comunicado advierten que los modelos climáticos que han estado usando no son válidos para el propósito bajo el cual son usados.

Esta es parte de la carta traducida:

No hay emergencia climática.

Una red global de 500 científicos y profesionales ha preparado este mensaje urgente. La ciencia del clima debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas. Los científicos deben abordar abiertamente las incertidumbres y exageraciones en sus predicciones del calentamiento global, mientras que los políticos deben contar de manera apasionada los beneficios reales, así como los costos imaginados de la adaptación al calentamiento global, y los costos reales, así como los beneficios imaginarios de la mitigación.

Los factores naturales y antropogénicos causan el calentamiento.

El archivo geológico revela que el clima de la Tierra ha variado desde que el planeta ha existido, con fases naturales frías y cálidas. La Pequeña Edad de Hielo terminó tan recientemente como 1850. Por lo tanto, no sorprende que ahora estemos experimentando un período de calentamiento.

El calentamiento es mucho más lento de lo previsto.

El mundo se ha calentado a menos de la mitad de la tasa prevista originalmente, y a menos de la mitad de la tasa esperada sobre la base del forzamiento antropogénico neto y el desequilibrio radiativo. Nos dice que estamos lejos de comprender el cambio climático.

La política climática depende de modelos inadecuados.

Los modelos climáticos tienen muchas deficiencias y no son remotamente plausibles como herramientas de política. Además, lo más probable es que exageren el efecto de los gases de efecto invernadero como el CO2. Además, ignoran el hecho de que enriquecer la atmósfera con CO2 es beneficioso.

El CO2 es alimento vegetal, la base de toda la vida en la Tierra.

El CO2 no es un contaminante. Es esencial para toda la vida en la Tierra. La fotosíntesis es una bendición. Más CO2 es beneficioso para la naturaleza, ecologizando la Tierra: CO2 adicional en el aire ha promovido el crecimiento de la biomasa vegetal global. También es bueno para la agricultura, ya que aumenta el rendimiento de los cultivos en todo el mundo.

El calentamiento global no ha aumentado los desastres naturales.

No hay evidencia estadística de que el calentamiento global esté intensificando huracanes, inundaciones, sequías y otros desastres naturales similares, o que los haga más frecuentes. Sin embargo, las medidas de mitigación de CO2 son tan perjudiciales como costosas. Por ejemplo, las turbinas eólicas matan pájaros y murciélagos, y las plantaciones de aceite de palma destruyen la biodiversidad de las selvas tropicales.

La política climática debe respetar las realidades científicas y económicas.

No hay emergencia climática. Por lo tanto, no hay causa de pánico y alarma. Nos oponemos enérgicamente a la política neta y poco realista de CO2 neto cero propuesta para 2050. Si surgen mejores enfoques, tendremos tiempo suficiente para reflexionar y adaptarnos. El objetivo de la política internacional debe ser proporcionar energía confiable y asequible en todo momento y en todo el mundo.


Levantemos la mirada, existe otra realidad.

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