La “Estela del Sueño” de Tutmés IV, diseño al estilo Maya Atlante.
La Gran Esfinge, representación y ángel guardián del sagrado recuerdo de nuestro Rey Atlánte Kukulkan, tiene entre sus garras “la Estela del Sueño” que dejara Tutmés IV como prueba de que éste dios (a quien la Esfinge representa) le había hablado y le señalaba que era su padre:
“...vio cómo la Majestad de este noble dios hablaba a través de su propia boca del mismo modo en que un padre se dirige a su hijo, y decía: 'Mírame, obsérvame, Tutmosis, hijo mío. Soy tu padre…”.
Tutmés tenía el conocimiento de la manifestación del “Dios Único” “Hunab Ku” el “Dios Solar” “Kinich Ahau” o “Ra” por que lo obtuvo de Heliópolis, templo que fue levantado con el conocimiento de los Sagrados Misterios atlante y lemur, por ello él adoraba a “Ra” como símbolo de la manifestación de Dios Único en el mundo.
Esta estela de Tutmes IV está diseñada al estilo maya atlante de Port Ofir (Palenque) como el de los “Tableros de las Cruces”. En ella se puede ver como símbolo central al “Árbol del Mundo”, a la “Gran Ceiba” (T) conformada por una base vertical común mas la horizontal en lo alto compuesta con los símbolos inconfundibles de Ku Kul Kan “el ave y la serpiente” (dos alas extendidas y en su centro el disco solar rodeado por la serpiente). A los lados del símbolo central se encuentran dos esfinges similares a la Gran Esfinge pero cada una tiene un tocado diferente, señalando con ésto que corresponden a diferente época y civilización cada una.
El disco solar con las alas extendidas representa (lo mismo que el Ave Fénix en los diseños maya atlante) al “espíritu libre” del Avatar. Las dos esfinges menores de los lados con sus tocados diferentes representan las dos etapas anteriores de época Lemur: el primer y segundo Mundo o Era, en los que encarnara este Rey con las personalidades de Huno y Numu. Esto quiere decir que cada esfinge representa una encarnación pasada del mismo Avatar y Rey, lo que corresponde al dios GI y dios GIII de Nakan (Palenque). Los dos hombres u ofrendadores que les miran de frente representan las civilizaciones de entonces, los reinados anteriores.
La Gran Esfinge corresponde al “Ave Solar” de la parte alta del diseño de la estela (T) siendo la “tercera encarnación” del Avatar, Rey atlante Kukulkan clasificado como ‘dios GII’; ésta por lo tanto, junto a las dos esfinges menores conforman la misma trilogía o tríada de la historia palencana: GI, GIII y GII.
Los Sagrados Misterios son un solo conocimiento, una sola verdad.
(Conocimiento Atlante continuado en Egipto).
Cada vez que el “Ave del Paraíso”, el “Avatar”, detuvo su vuelo y se posó por algún tiempo en nuestro mundo la vida florecía en un renacer bendito, glorioso; con Él bajaba su séquito de almas de gran luz para ayudarle, para protegerle, por eso entonces la Tierra se veía colmada de sabiduría y bendiciones sin fin.
Él, bajó al mundo en varias ocasiones como así era necesario para ayuda en la evolución de la humanidad, para enseñarnos el camino correcto y por sacarnos de cuando en cuando del estancamiento o decadencia en la cual caíamos. En los tres Templos del Grupo de las Cruces, en el Templo de las Inscripciones, en la estela de Tutmes así como en la siguiente imagen, quedó grabado mencionando sus tres “bajadas” o “encarnaciones” que hasta ese entonces llevaba.
Esta imagen de Ku Kul Kan contiene en sí misma la explicación conjunta de estas tres encarnaciones en un sabio, armonioso y bello diseño. En un primer plano se ve a la adornada serpiente solar de la que por su boca “surge un Ser”, “un Alma”. En un segundo plano se percibe que en realidad son “tres formas serpentinas”: una Serpiente y dos mudas de piel. Esto nos habla de “tres tiempos diferentes” de la serpiente, es decir, “tres encarnaciones del mismo Ser” pues la serpiente representa el cuerpo físico, la materia de la cual se reviste al alma para poderse manifestar en el plano de las formas o tercera dimensión. Las mudas de piel son las encarnaciones pasadas, los cuerpos o materias que va dejando el Alma en cada ‘morir’ y renacer en el correr de su evolución. Al igual que la serpiente que no muere al mudar de piel sino que se “renueva” o “renace”, el Alma-Espíritu de igual forma nunca muere, tan solo “renace”, se “renueva” y por ello fue que se escogió a este reptil como el perfecto símbolo para representar al cuerpo, a la encarnación o reencarnación.
El diseño nos dice a través de las dos mudas de piel, que este ser tan especial tuvo dos manifestaciones anteriores en vida física, siendo “la tercera” (cuerpo completo de la serpiente) en la cual se le reconoció como el Rey Ku Kul Kan “Dios Sagrado Serpiente”.
Nuestro Espíritu-Alma como Energía Cósmica que es, como imagen y semejanza del Gran Creador, es decir, como parte que somos del Todo, es infinito igual que Él; la muerte como tal no existe solo el “renacer”, la renovación de la vida a través de ciclos. Esto era precisamente lo que celebrábamos durante el Equinoccio de Primavera: la renovación, el resurgimiento de la vida cuando bajaba “El Gran Espíritu” e inundaba de nueva energía al mundo.
La primer muda de la serpiente es la primera encarnación de Ku Kul Kan que como ser espiritual es llamado Itzamná, el “dios del maíz” de quien se sabe nació o encarnó al mundo físico para en él sembrar las semillas del maíz, el gen espiritual que daría vida al hombre; esta muda corresponde al dios conocido como “GI”, quien fuera llamado Huno en la Tierra de Mu. La segunda muda corresponde al dios GIII, quien fuera Nu o Ra en la Tierra de Mu y el tercer cuerpo o la serpiente completa llamada Kukulkán corresponde al dios GII llamado también Anfión o Tritón, tercera encarnación cuando vivió, reinó y murió en tierra atlante, en la región del Mayab como el Kinich Uaxac Ahau.
Pero no termina todo ahí respecto a este diseño. En un tercer plano, girando 180° la misma figura veremos que se encuentra la imagen de un caracol, este simboliza al espíritu-alma de Kukulkan, Itzamná o dios del Maíz en su recorrido evolutivo. Se ve al caracol parado sobre una mazorca de maíz y en su cabeza lleva el adorno a manera de ‘flama’ (constructor) con el cual es identificado Hun Nal Yeh como “el Creador” mismo que en el diseño de la Lápida bajo el Templo de las Inscripciones lleva el Rey en su tocado.
En este nivel de decodificación el caracol camina cargando tres figuras serpentinas que son las tres encarnaciones que ha tenido hasta entonces: dios GI, GIII y GII. En su andar evolutivo este caracol o alma soporta ya el peso del cúmulo de las experiencias vividas en tres manifestaciones físicas o reencarnaciones y éstas siempre las llevará sobre sí, pues ello conforma su madurez espiritual, es decir, su evolución.
El caracol, el animal en sí representaría lo que llamamos “Alma” y su concha “al cuerpo físico” al cual lleva como un hogar que le ayudará en su crecer o evolución, lo mismo que el alma o espíritu encarnado de los seres humanos, vive la vida soportando el peso, densidad y limitantes del cuerpo físico que al mismo tiempo habita como un hogar temporal ayudándole en su crecimiento o evolución. Del mismo modo en que el andar del caracol es lento, la “evolución” de la humanidad en este mundo y de la vida en general avanza exactamente igual........... lento.
Es hermosa la manera como los Sacerdotes Atlantes perpetuaron y ocultaron aquella sagrada verdad para que fuera encontrada cuando y por quien la Ley Divina así lo decidiera.
Ellos nos dijeron que Maestros de Alta Luz Espiritual o Avatares provienen de Soles dirigentes de Sistemas y aún de Universos, y que el Gran Sol de Sirio era el que regía nuestro Sistema, de donde fue enviado el Gran Kinich Ahau Kukulkan a nuestra Tierra, en esencia puramente espiritual.
Nos enseñaron que las casualidades no existían y que todo en el Universo estaba calculado matemáticamente perfecto, funcionando en una sincronía armoniosa regida por las Leyes Universales Inamovibles; por ende todo se habría de dar y cumplir en su momento preciso. Nos mostraron que “la Verdad Única” sería develada para el fin de un gran ciclo marcando esto el regreso del Avatar, tal como Él lo había prometido.
“Ahora Él está regresando en su “Vedad develada” a través de la Conciencia de los seres que la reconozcan, la comprendan y la vivan”.
Itzen Caan