Después de haber participado en las dos convergencias armónicas, sentí que empezaba a recordar algunas cosas nuevas de antes de encarnar en esta experiencia. Una de ellas me llamó demasiado la atención, y además involucraba a Angélica (la mujer que se encontraba con la estrella de 5 puntas en la primer convergencia armónica); por suerte (para terminar de creerlo) recibí una confirmación de ella de la misma experiencia.
Esto había ocurrido hace miles de años en La Tierra, en la época de La Atlántida. Yo no estaba con un cuerpo humano, ya que no estaba encarnado en La Tierra, sino que estaba brindando un servicio. Mi cuerpo en ese momento era pura energía blanca, tenía una forma similar a un cuerpo humano pero todo de luz. En las manos tenía constantemente dos esferas de luz, de unos 30 centímetros de diámetro. Yo me encontraba en la cima de una montaña en una cadena montañosa cercana a La Atlántida, donde se estaban produciendo grandes perturbaciones energéticas. La montaña donde yo me encontraba era bastante rocosa y con algunos arbustos y un poco de pasto. A mi derecha, en una montaña más alta, con la cima nevada, se encontraba Angélica, quien tenía un cuerpo similar al mío, de pura luz. En esa oportunidad ella era mi maestra. La cadena montañosa formaba una especie de herradura. Nosotros estábamos ubicados casi en una punta de la herradura, y hacia la otra punta, la altura de las montañas iba disminuyendo. En el centro de la herradura, había un valle lleno de árboles con flores de un color lila claro, que desde nuestra ubicación se asemejaba a un manto de terciopelo que cubría todo el valle.
Al otro lado de Angélica había otro ser que al igual que yo era un aprendiz de ella. Nosotros éramos uno de muchos grupos que estábamos trabajando en la zona de La Atlántida. Lo que estábamos haciendo era básicamente contener una inminente explosión energética, producida por una combinación de los resultados de la aplicación de la tecnología que hacían los habitantes de la Atlántida y las vibraciones que ellos mismos emitían. Si no hubiesen estado todos esos seres, en lugar de solo destruirse la Atlántida y producirse el hundimiento del continente, se habría producido una ruptura en la corteza terrestre, tanto en el cuerpo físico como astral de La Tierra, causando un grave deterioro del planeta y prácticamente sin posibilidades de recuperación, debido a la energía que perdería. La zona donde estábamos, estaba continuamente con tormentas eléctricas, que eran producidas por las mismas causas, y dificultaban la tarea de dispersión de energía dañina para el planeta.
Esta experiencia la fui recordando poco a poco, y cuando tuve una imagen completa, Angélica confirmó la historia, pero desde el punto de vista de ella (la montaña más grande y nevada).